Breve descripción de sinapsis electrónica

Enlace electrónico: periodista digital y usario

Por Mauricio Gil

Comienza el día. Lo primero que hago es prender la computadora y conectarme. Tengo una página web que no está actualizada, ya que no conozco el lenguaje de programación para hacerlo constantemente. Si fuera una página periodística ya estuviera muerta.

Pienso en toda las personas en la calle de Lima, donde la red influencia el quehacer de cada día. El impacto de internet, además de haber descentralizado la información y dar oportunidad a microrrelatos antes menospreciados, permite el discurrir de saber social. Y ahí es cuando me imagino a los periodistas digitales.

Ellos son poseedores y dadores de información, propia y ajena. Generan, mezclan, producen y deciden discursos que generan respuesta en aquellos habituados a buscar lo que estos ofrecen. Quizá McLuhan hubiera considerado la red como un gran sistema nervioso. O como un gran cerebro haciendo sinapsis constantemente: cada máquina, una neurona.

Cuando llego a El Comercio, recuerdo que la creación de internet se remonta hasta fines de los años setenta, en el núcleo del Pentágono estadounidense. Arpanet, precursor de internet, tenía finalidad militar. Y ahora, un usb, grabadora y cámara digital, un mp3, son todas las armas que poseo.

Llego a una sala llena de computadoras. Periodistas en medio de su quehacer diario. Una rutina diaria, constante, veloz, envuelve las máquinas a las que parecen enchufados. Quisiera saber si están pensando en el receptor de sus creaciones. Es cuando, de suerte, me hacen pasar a una reunión de reestructuración de la página web de El Comercio.

Unos cuantos minutos dentro, y la discusión gira en cómo hacer más amigable la página, qué ofrecer a ese internauta que estos productores imaginan tras la pantalla. Constante renovación, parece ser el norte a seguir. Actualizar o perecer.

“Sí, esta página está renovándose constantemente para aquellos que ya están habituados a internet”, dice Diego Peralta, uno de los editores de la web. “Todo se hace pensando en el público objetivo”, me dice otro de los editores. Son las respuestas de productores inmersos en la creación del discurso periodístico digital. Salgo a la calle.

Tres cabinas públicas me reciben. Santa Patricia, Constructores y la Av. La Molina. Hay avisos de servicio de internet a la vez que se ofrece mazamorra. Es cierto lo que dictan las estadísticas, la mayoría de los que están sentados frente a un monitor son niños y jóvenes, algunos pasan la treintena. Y recuerdo, son las máquinas las que se conectan, no las personas.

Pero ellos quizá no sean ese público objetivo, sólo chatean, hablan a través de skype, y se entregan a juegos on line. Llego a mi trabajo, y encuentro a la asistente de producción del programa en el que trabajo, Cáleri Bockos.

Todos los días se conecta a Internet y revisa las noticias deportivas. Le pregunto si se percata de todo el engranaje humano que se mueve detrás para que ella pueda acceder a información actualizada constantemente. “No, nunca me había puesto a pensar en eso”, me dice.

Mientras hablamos, le pregunto sobre la pila de diarios en el escritorio. “Es mucho más sencillo encontrar en internet, ¿no?”, me responde. La veo, y trato de imaginarla como una neurona haciendo sinapsis en un sistema cerebral. Luego, yo mismo me conecto a la red.

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