Cambio de hábitat

Por Yesenia Silva

Si esto fuese un documental de Natgeo yo sería una especie curiosa que abandona su hábitat natural para explorar otro ecosistema. Estoy frente a las oficinas de la agencia de El Comercio Web. Yo, una periodista tradicional en busca de Ricardo, una especie relativamente nueva conocida con el nombre común de periodista digital.

Se supone que Ricardo me explique cómo funciona la agencia y en qué consiste su trabajo de vídeo reportero. Lo observo desde la puerta, sentado en su escritorio sembrado de cables y con los audífonos puestos. A su alrededor, nadie se mueve.

No es un ambiente hostil pero me toma algunos segundos acostumbrarme al ruido de los televisores encendidos. En ese momento, él me ve y hace un gesto con la cabeza, como quién dice, bienvenida a mis dominios.


Nuevas tecnologías, nuevos periodistas, nuevos géneros
Ricardo Reátegui tiene 24 años, es documentalista de profesión y forma parte de la nueva generación de periodistas digitales que labora en las oficinas del diario. No tiene formación periodística universitaria y, para ser sinceros, no le hizo tanta falta.

Sí, es importante editorializar, manejar fuentes, jerarquizar la información y presentarla al lector adecuadamente, pero estos criterios periodísticos no funcionan de la misma forma en la red.

Los periodistas tradicionales ofrecíamos objetividad, los digitales ofrecen algo más. Y lo que atrapa a los usuarios es ese elemento extra que encuentran en la página.

Nos enseñaron a organizar la información para ofrecer al lector una manera adecuada de digerir la noticia. Ahora, los digitales aprenden a clasificar para que el usuario elija cómo quiere enterarse de lo que pasa.

Las nuevas tecnologías originan nuevos periodistas y también nuevos géneros. Solo treinta minutos después de iniciada la conversación con Ricardo me queda claro que el vídeo en Internet no se parece tanto a su homólogo televisivo ni a ningún otro.

El vídeo reportaje para Internet tiene una estética totalmente distinta. Su look es menos artificioso, más artesanal. Se parece mucho a los videos que cualquiera de nosotros registra y, de hecho, incorpora videos caseros disponibles en You tube, una de sus principales fuentes para ciertos temas.

La volatilidad de la noticia, de la que tanto escuchamos hablar en la universidad, nunca fue tan tirana como ahora. Por regla, los reportajes de Ricardo no pueden durar más de 5 minutos: el público que se informa a través de la Web es muy joven y maneja bien el mouse. Por supuesto, eso no quita que editar una de estas notas tome entre tres y cinco horas, y pueda permanecer colgada menos tiempo que eso.

Es claro que esta distinción entre periodistas tradicionales y digitales no da para mucho más. Agradezco a Ricardo la buena onda mientras apago la cámara y me despido. De regreso, en la oficina, extraigo la tarjeta que guarda mis fotos, mis videos y mis audios. La verdad es que hace tiempo que mi tradicional ecosistema laboral se torna cada vez más multimedia. Y, después de todo, el perfil del periodista digital también está cada vez más cerca al mío.

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